Un pescador que se dedicó al contrabando para conseguir dinero observa el puerto de Manta al atardecer.(CNN)
La 'transmisión' del atún a la cocaína: el oscuro giro de un pescador ecuatoriano hacia el narcotráfico
ECUADOR
Wednesday, April 23, 2025, 04:00 (GMT + 9)
Un relato desde Manta revela cómo la menguante pesca y la promesa de lucrativas rutas de cocaína empujan a los hombres de mar a un peligroso negocio.
“Un viaje más,” dice con una mezcla de determinación y resignación. “Y luego me detendré.”
Nacido y criado en la ciudad costera ecuatoriana de Manta, un lugar que antaño prosperaba por la abundancia de atún y una atmósfera de tranquilidad, un pescador comparte con CNN Latinoamérica un relato sombrío sobre su transición al narcotráfico.
En la actualidad, la pesca se ha vuelto una labor ardua y cada vez menos rentable. Los viajes se extienden, las jornadas se alargan, pero el sustento económico, según cuenta, simplemente se ha desvanecido. “Como pescador, en un mes apenas puedes ganar unos US$ 300”, lamenta. “Pero con la droga, con la ‘blanca’… ¡ese sí es dinero, hermano!”.
Un viaje, llevando cocaína por mar a México, paga US$ 60.000, asegura. La mitad por adelantado. La mitad cuando regrese vivo. "Creo que si consigo un viaje más, lo haría, para intentar mi suerte," dice, añadiendo que quiere comprarle una casa a su madre. "Y luego me detendré."
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Fuente: CNN
Él acepta llevar a los reporteros —no en un viaje de drogas, sino para mostrarles cómo se hace. Las rutas, las tácticas, los caminos de escape. Pide que no usen su nombre ni muestren su rostro.
Si este fuera su último viaje, dice que tendría docenas de sacos negros de cocaína —que valdrían unos US$ 500.000 en Ecuador pero hasta US$ 5 millones en las calles de EE.UU., afirma— ocultos bajo los falsos fondos de lanchas rápidas “embarazadas” que él y otros tres impulsan a través del Pacífico.

Fuente: CNN
El pescador dice que no se siente orgulloso de lo que hace. Y sabe los riesgos: aguas bravas, motores que fallan, rivalidades criminales y patrullas de la Guardia Costera. "Si nos detienen, lo perdemos todo… no sabemos si nos detienen para robarnos o matarnos".
Para Ecuador, la guerra ya está en marcha: en el mar, en tierra, en hogares y calles. Y para el pescador que una vez lanzó líneas para atún, es una guerra que paga. Su próximo envío de drogas, dice, podría ser el último. Pero el sistema que lo atrajo no muestra signos de detenerse.
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